lunes, 28 de julio de 2014

El día que me desperté maleni

Hoy me he despertado maleni. Hoy el mundo estaba estampado en tonos pastel y por todas partes colgaban banderines que me invitaban a hacer frostings de colores.  Pero entre todo ellos, enmarcado de forma vintage, con un adorno de flores secas, apareció esta imagen:
recetas faciles
Rescatada de: http://www.taringa.net/posts/hazlo-tu-mismo/16241073/Como-hacer-bizcochuelos-de-colores.html
Bizcocho de colores. El arcoiris hecho postre. Un unicornio alado vomitando en tu horno. Hoy era mi día maleni, hoy había que intentarlo. 
Y a ello me puse. Me hice un bun (para los que no son cuquis, un moño), me puse mi mandil turquesa  estampado en cupcakes (magdalenas para los no cuquis o cacas de Arale para los no cuquis nacidos en los 80) y empecé a mezclar ingredientes siguiendo la receta tradicional del bizcocho. Cuando tenía la masa la coloreé tal como indicaba la receta hasta conseguir un precioso color amarillo limón, azul celeste y rosa chicle como muestra la imagen:


Saqué todos mis moldes cute cute (guays del paraguays para los que conocieron a Xuxa Park, chachis pirulis para los fanses de Leticia Sabater) y me dispuse a crear.


Nada podía ir mal. Tenía unos cupcakes adorables, un molde corazón con varios pisos de colores y un bizcocho redondo con estampado ochentero total. Solo quedaba meterlo en el horno y esperar el tiempo indicado haciendo alguna DIY craft con Washitapes (que es lo que viene siendo una manualidad art atack con papel y celo). Pero, ¡Oh my God!, ¡Por todos los estampados de flores! este fué el resultado:

Bizcocho color bizcocho, eso sí, con un tono verde hongo nada apetecible. Al abrirlo ganaba un poco de presencia, pero no lo suficiente:



Y ahí terminó mi mañana maleni. De sabor bien, pero para nada trendi (es decir, ¡fracaso absoluto!).

domingo, 27 de julio de 2014

Una coca valenciana de toda la vida

Si hablamos de Valencia hablamos de paella, eso es indiscutible (y ya le dedicaremos un post enterito a este tema), pero otra de las grandes recetas de la tierra es la coca de tomate. Es un producto que trabajan casi todas las panaderias y pastelerías, pero sobre todo las yayas y madres valencianas en todas las casas, ¡Vamos allá!

INGREDIENTES
1/2 vaso de cerveza o vino blanco
1/2 vaso de aceite de oliva
Sal
3 vasos de harina
tomate frito 
1 o 2 latas de atún
1 huevo

INGREDIENTES OPTATIVOS
Primientos asados
piñones
1 aderezo dorado con peinetas y rodetes
1 traca valenciana

PASO A PASO
Nos calzamos las peinetas y los rodetes para sumergirnos en el espíritu valenciano (este paso es optativo, pero tiene su aquel) si por poblemas capilares no tenemos agarre para el aderezo siempre podemos llevar a cabo algún delito de corrupción antes de ponernos el delantal, que eso  también es muy típico valenciano. 
Ponemos a hervir el huevo para obtener un huevo duro y le encedemos el horno para precalentar a 180º, mientras nos ponemos con la masa. Cogemos un vaso y lo llenamos la mitad con aceite (si es de oliva el sabor es mucho más sentido que con el de girasol, pero también está más rico. Lo dejamos a vuestra elección) y la otra mitad con cerveza o vino. Esto es como en las reglas del parchís, en mi casa se hace con cerveza de toda la vida (cualquier cerveza) y normalmente se reparte a partes iguales entre la masa y la cocinera. El vino blanco hace la misma función y tiene un sabor más suave. Aquí un chef tiene que tomar su decisión. En el líquido disolvemos una cucharadita de sal y lo volcamos todo en un recipiente más grande donde podamos trabajar. Vamos añadiendole harina hasta tener una masa elástica.
Y aunque nos podemos ayudar al principio por un rodillo, lo suyo es extender la masa a mano haciéndole un reborde cuco. La pinchamos un poco con un tenedor y la metemos unos 5 o 10 minutos en el horno (lo justo para que se quede un poco dura por fuera pero cruda en el interior.
Masa extendida pero cruda
Masa horneada
Ahora ponemos sobre la masa el tomate frito (que podemos haber hecho previamente nosotros en la sartén o bien haberlo comprado enlatado). El tomate puede llevar (o podemos añadirle) un poco de pimiento asado, a gusto del consumidor. Lo repartimos bien por la superficie y otra vez al horno unos 20 min a 180º

Los bordes además de cucos tiene una función: que no se desparrame el tomate
Una vez sacamos la coca del horno por segunda vez, le añadimos el atún y el huevo (¿os habeis acordado de  sacar del agua el huevo duro?) ralladito por encima y, si queremos, los piñones.
Coca de tomate valenciana de toda la vida
Y por último, para celebrar nuestro éxito culinario disparamos la traca valenciana (absténgase los amateurs en temas pirotécnicos y los cocineros con animales en casa así como aquellos que cocinen en interiores.)

sábado, 12 de julio de 2014

La Salita: empieza el tour gurmetero

La idea del tour y el blog nació cuando vimos a Begoña Rodrigo en Top Chef y decidimos que, siendo de Valencia, teníamos que ir a probar su comida porque nos hicimos muy “fanses”. Después se nos ocurrió que podríamos hacer un tour por diferentes restaurantes de Valencia y hacer un blog para plasmar dichas visitas con críticas gastronómicas.
Por fin, después de muchos meses, hemos podido iniciarlo en La Salita, con muchos nervios y muchas ganas de disfrutar de la experiencia. No somos críticas, por lo que lo que contamos lo contamos desde nuestra humilde e inexperta opinión. No somos aún gurmés, sino que aspiramos a serlo una vez concluya el tour.

***
 
9 de julio de 2014

La Salita
C/Séneca 12
Valencia
www.lasalitarestaurante.com
Telf. 963817516

Reserva: Como sabéis la reserva la pudimos hacer tan ricamente a través de la app para android de La Salita. ¡Dos meses antes! Pero es que no nos queríamos arriesgar a quedarnos sin sitio y sin Tour.
Servicio: la atención fue espléndida, cuidando el detalle y el bienestar de los comensales.
Ambiente: acogedor, moderno e íntimo, como en la salita de tu casa.
Localización: aunque está apartado del centro al estar situado en una zona próxima a las universidades, es muy accesible tanto en transporte público como particular.
Precio:
2 menús de 7 platos+postres+pan
4 cervezas Turia
Total: 100,89 euros (50,45 euros por persona)
Relación calidad-precio: extraordinaria. Nos sirvieron un menú con un total de nueve platos que si lo dividimos entre el precio del menú completo sale a unos 5 euros y pico el plato. Teniendo en cuenta el detalle, la calidad de los productos y el pensamiento creativo que hay detrás nos parece incluso barato. Obviamente, no es un lugar al que ir todos los días, pero es una experiencia asequible para un día que te quieras dar un homenaje.

MENÚ Y CRÍTICA

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“El árbol de la vida”
Abre el menú una reinvención creativa y original de los entremeses. presentados como frutos que penden de las ramas de un árbol. Nuestra primera reacción: madre mía, qué trabajazo poner todo eso ahí. El camarero, muy atento y amable, nos indicó el orden en el que había que atacar el plato. Segunda reacción: ya no sé si va primero la sardina o el foie, ¡tendría que haber tomado apuntes! Con cuidadín no montáramos un 2 de Mayo, degustamos el chip de patata con sardina, pasando por el tomatito cherry relleno de tartar, una coca de dorada, bombón de foie, cono de espinacas y queso de cabra para terminar con un buenísimo diamante de queso azul recubierto de chocolate blanco. Si la presentación nos había entusiasmado, el recorrido por las ramas completó una experiencia diferente de degustar un plato. ¡Ostras! y bueno estaba, ¡buenísimo! Sobre todo, y ahí convinimos ambas, el diamante de queso azul, ¡Póngame una docena!
Laberíntico / Arquitectónico

Champagne de gazpacho andaluz acompañado de una coca de tartar de bonito
Burbujeante / trampantojil
Después de la original introducción, llegó a la mesa un gazpacho sin color de gazpacho y con burbujas y una coca de bonito (coca de verdad, no como la de “les coques” de Chicote). Patidifusas nos quedamos al ver el gazpacho y, por supuesto, ansiábamos probarlo, aunque empezamos por dónde y cómo se nos indicó: la coca y con las manos. El primer bocado nos transmitió la sabrosura y el frescor del aguacate con el bonito, la cebollita y otros ingredientes frescos. Veredicto: ¡estaba muy gustoso!, por lo que cuando nos queríamos dar cuenta ya nos la habíamos terminado y el champagne
de gazpacho nos miraba con deseos de que lo catáramos. Cogimos el vaso, lo miramos incrédulas al ver el color a champagne y los trocitos de cebolleta flotando (¿era cebolleta?), lo olimos y pegamos trago. ¡Sabía a gazpacho o por lo menos tenía un gusto muy conseguido! Lo bebimos a traguitos, manteniéndolo en el paladar y recordando el sabor a gazpacho. Si no era gazpacho, te lo evocaba; así que como concepto creativo nos pareció sorprendente.


Mediterráneo
Mejillones con salsa de espinacas y bachoquetas con boquerón e hinojo encurtido
De nuevo con una presentación cuidada al detalle nos sorprendieron con un plato de  pescado. El conjunto era sabroso, aunque la combinación de sabores se perdía en la boca y no se apreciaban las espinacas, las bachoquetas y el boquerón. El gusto a mejillón e hinojo lo invadía todo (¿tenían oferta de hinojo en el mercado? Su presencia a lo largo del menú fue contínua). Sin embargo, lo que nos puso a aplaudir como adolescentes en un concierto de One Direction fue descubrir un par de esferificaciones, ¡Esferificaciones! tanto tiempo riéndonos del palabro y viendo a los aspirantes de Masterchef sufrir para hacerlas y por fin las íbamos a probar. ¿Resultado? El sabor potente del mejillón se condensaba en una bolita de piel gelatinosa que se deshacía en la boca. Probarlo fue como desbloquear un logro del Mario Bros ¡Bonus track por esferificaciones conseguido!

Degustación de arroz de plancton y pulpo
La vie en vert / Planctástico
Un nuevo plato y una nueva muestra de fantasía, el arroz apareció en un plato que emulaba un pabellón de música (¡ojo al detalle!, cada comida del menú iba en un plato diferente). Recubierto con láminas de pulpo finísimas y riquísimas, gotitas de mahonesa de salsa mery y remolacha, aguardaba un arroz meloso de color verde (¡ahí el famoso plancton de Ángel León!) con un potente sabor a mar. La verdad es que el sabor era extraordinario. Dudamos, y dudamos mucho, sobre si ese fondo marino
era obra y gracia del plancton o tenía añadido un fondo de pescado. Al final no lo preguntamos en directo (porque somos idiotas y nos daba vergüenza) y recurrimos a twitter y la mismísima Begoña nos respondió que llevaba un caldo de berberechos y navajas potenciado por el plancton. ¡Gracias Begoña por sacar tiempo para responder a estas friki monguers!
No sabemos si la vena valenciana influyó, pero este arroz nos ganó el corazón, el paladar y, ¡un plato más grande, por favor! Al terminar el plato sólo un pensamiento rondaba en nuestra cabeza: ¡Quiero ser la nueva chef del mar!

Piripi / Achispante




Granizado de gin tonic
Y para limpiar el paladar y cambiar de pescado a carne, nos trajeron un maravilloso y equilibrado granizado de gin tonic. Oda al granizado de gin tonic de La Salita. No sólo nos sirvió para que nuestra boquita no supiera a mar y pudiéramos abordar la carne sin problemas, sino que nos ayudó a potenciar nuestro estado “chispolín” y a aumentar nuestro número de sonrisas por segundo.










 Pitu de caleya, pasta fresca y trufa de verano
Salsero / Tradicional
¿Pitu de qué? Ese fue nuestro pensamiento al leerlo y escucharlo. El pitu de caleya es un pollo de corral (nos explicaron) que guisadito con un acompañamiento de trufa y pasta fresca (tan buena que se te deshace en la boca) te retrotrae, estilo  Anton Ego en Ratatouille, a la mitad de la campiña donde
tu yaya hacía esos guisos de pollo, sopas cubiertas y cociditos ricos ricos que tanto recuerdas. Nuestro inexperto paladar no notó mucho la aportación que le daba la trufa y, pese a que estaba muy bueno y sabroso, no nos sorprendió. Como curiosidad, rastreando por la red hemos descubierto que el término “pitu de caleya” está en bable y significa “pollo de aldea”.

Bambi / Artístico
Ciervo, regaliz y remolacha con tuétano vegetal
La carne de caza, como mandan los cánones, se sirve poco hecha. Ninguna de las dos somos fans de la carne sanguinolenta, pero las raciones de ciervo, jugosas y tiernas estaban deliciosas y absolutamente en su punto. El acompañamiento de tuétano vegetal era original, pero lo que nos ganó el corazón fue la cama de remolacha y queso gorgonzola. El regaliz, era inapreciable, pero el queso con el conjunto estaba de vicio. ¡Póngame una cama de esas


Castaña de tiramisú de turrón
Empalagoso / Café al poder
Acafeses, chavales, apartaros de este postre porque no es para aficionados. Ya sabéis que a mí me pirra el café y debo reconocer que este tiramisú estaba cargadito cargadito. La textura era ligerísima y la cobertura de chocolate ligera y de un brillo espectacular. Un postre para deleitar a los amantes del café. Sin embargo, después de la cantidad de platos, nuestra barriga estaba demasiado llena como para poder disfrutar de un postre tan dulce y amargo a la vez; quizá nuestro paladar habría agradecido terminar con algo más fresco, con algún postre de frutas, con algo más veraniego. Tal vez en el próximo cambio de menú lo cambien, lo mantengan, lo reinventen o se adapten al mercado… ¡Es lo genial de La Salita, siempre en evolución creativa!

Maleni / Festivo
Tenderete de petit fours
De nuevo llegó a nuestra mesa una cuqui presentación arquitectónica y creativa de pequeños bocaditos dulces para acompañar un café que no tomamos (ya habíamos tenido suficiente con el tiramisú). El sueño de cualquier “maleni”: macarons de  ¿mora? ¿eran violetas?, pastelitos de manzana, rollitos de bizcocho, bombones de chocolate y unas galletitas de jengibre con forma de camiseta que, como decía el título, colgaban como de un tenderete. Aunque el sabor era muy rico tal vez podríamos poner algún ‘pero’ a la técnica de decoración de las galletas que después de los esfuerzos para delinear a la perfección con la glasa a golpe de consejo de Alma Obregón, una se pone tiquismiquis. Y aún a riesgo de caer en coma diabético después de la castaña y el tenderete, no podemos cuestionar su originalidad y el sabor del broche dulce final.




Conclusión
Dos horas y media estuvimos comiendo y disfrutando, no porque tardaran en sacar los platos, sino porque entre comer, comentar, reír y saborear se nos pasó el tiempo volando. Una experiencia para repetir. Algo que nos gustaría señalar para terminar es el detalle y el mimo que parece que hay detrás de cada plato, el concepto creativo que subyace en cada uno de ellos y la dedicación puesta en escena. Del mismo modo hemos querido realizar esta entrada larguísima: con el detalle, cariño y mimo que cada plato se merece.
Mejor plato:Degustación de arroz de plancton y pulpo
Peor plato:Tenderete de petit fours
Valoración: SSSSS (sobre 5)

martes, 8 de julio de 2014

¿En lo más íntimo quiero CHILI?

Aquí nuestra primera entrada de la sección Palabra de chef. Esta sección pretende comentar aquellas expresiones o léxico relacionado con la comida o la cocina que por diversas razones nos llaman la atención o dan mucho juego.
                                          “En lo más íntimo quiero Chilly”
Esta primera expresión no está directamente relacionada con la comida, pero nuestro escaso nivel de inglés nos hizo preguntarnos (nosotras y toda España) por qué queríamos “chilly” en lo más íntimo. ¡Que sí! Que sabemos que “chilly” significa “fresco” en inglés. Pero la gran pregunta es: ¿a qué mente sobrehumana se le ocurrió que en España una mujer querría ponerse “chilly” en los bajos? 

Cualquier mujer española lee “chilly” y lo primero que piensa es en una guindilla roja picantona y si piensa que se lo tiene que poner ahí abajo, ¡válgame dios! A no ser que, por una de aquellas, sea de la marca Durex y piense que es el típico “efecto calor” de lubricante, pero menudo calorcillo si te ponen chili en el gel íntimo o te descuidas y se lo echas a las alitas picantonas pensando que es un chili en pomada, de estos fashion de comida de vanguardia. 

Vamos, que el responsable de publicidad de España se cubrió de gloria. ¿Fue un error o realmente buscaba llamar la atención en la población española? Desde que salió el anuncio lo hemos visto en muchos supermercados y vamos a confesar que lo compramos sólo para saber si el efecto era fresco o picantón. ¡Dejémoslo en que el eslogan no va tan desencaminado…!