domingo, 4 de mayo de 2014

¿Desencanto con Masterchef 2?


Si el primer Masterchef España causó sensación y dejó momentos televisivos inolvidables: Maribel y sus alcachofas, las tartas tróspidas, el malote David, Ferrán Adriá bendiciendo el programa con su aparición en la final, etc. Ahora parece que la segunda edición del programa no acaba de cuajar. Sólo ha habido dos capítulos, si no contamos los cástings y ya parece que algunas pruebas nos dejan una sensación de dejà vu: la incursión militar o el desastre tartil. Estamos ante situaciones que ya hemos vivido con anterioridad y ya no nos sorprenden ni causan la misma risa que nos causaron entonces. 
¿Esto no es una judía gigante?

Por otro lado tenemos a los participantes. Aquí tenemos novedad: la participación de una vegana, y claramente ha sido seleccionada más por el juego que puede dar que por sus dotes culinarias (aunque eso ya lo veremos según transcurran los programas). Sus comentarios de amor a la naturaleza nos causan más risa que reflexión. No por que estemos en contra de los veganos, sino porque creeemos que se dignificaría más a este grupo si apareciera un representante con argumentos sólidos y no con argumentos hippie-flowers. De momento, nos está proporcionando momentos divertidos y novedosos: su enfrentamiento a la cabeza de cerdo y la prueba sin carne (que hasta el mismímismo Pepe reconocía que era una prueba complicada para él).

Con otros concursantes volvemos al dejà vu: Mateo (el nuevo Fabián) o Churra (la nueva Maribel).

Otros apuntan maneras y ya se nota su talento culinario: Emil (empieza fuerte, veremos si se nos desinfla), Marina (muy metódica), Milagrosa (¿demasiado ama de casa?)...

Y a otros se les ve demasiado el plumero televisivo (véase Gonzalo, el profesor de yoga con menos paz interior del mundo).

Estamos en el principio y aún no sabemos los verdaderos talentos escondidos o los que parecen que tienen dotes pero caerán por el camino. El jurado experto compuesto por Pepe Cromagnon, Samantha Lomana y Jordi Buenorro decidirá. A los cuales, dicho sea de paso, se les nota más cómodos que en la edición anterior, si bien siguen leyendo su guión con la cadencia de un robot de cocina.

Por último, uno de los mayores inconvenientes sigue siendo la duración del programa: ¡dos horas! Cosas que podríamos hacer en dos horas: hacer el pino, leer un libro, hacer una receta, ducharse, cortarse las uñas de los pies, cantar I want to break free a todo volumen, ______________ (añada la actividad que más le interese). Deberían aprender de su homólogo estadounidense y dejarlo en 40-45 minutos, a algunos de nosotros nos gustaría tener una vida.

En cualquier caso, parece que el programa tiene tirón y su merchandising ha crecido. Tentadas estamos a adquirir un número de la revista oficial y pispar entre sus páginas para contaros qué se cuece en el backstage :P

Y hoy nos despedimos a lo Eva González: ¡Pónganle sabor a la vida!



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