domingo, 23 de febrero de 2014

Especial Carnaval: El trampantojo

La primera vez que escuché la palabra trampantojo me recordó a mi yaya llamando espantaja a alguna señora que no le caía bien. Luego descubrí que no tenía nada que ver.¿O sí? ¿O es que las espantajas no se maquillan en exceso para ocultar su propia naturaleza caducada? Parecen unas bellas señoras mayores y cuando te acercas descubres que era una mera ilusión y sólo queda el aspecto chabacano del uso desmesurado de la capa y pintura.

Podríamos remontarnos a los orígenes del trampantojo, no no voy a dar la definición de la RAE ni de la técnica pictórica que le da nombre. No, nos centraremos en el trampantojo culinario. En este sentido, estoy convencida de que los primeros trampantojos gastronómicos fueron  creados en los comedores de colegio. Tú, ingenua de ti, pensabas que te ibas a comer un rico plato de espaguetis y cuando lo probabas
Marujita: la espantaja por excelencia
entusiasmada veías que te la habían colado con premeditación y alevosía: realmente eran tiras de puerro con tomate. Valga decir que las madres y las abuelas también han sido durante años abanderadas del trampantojo, intentaban ocultar con esmerada habilidad aquella comida que tanto odiabas y la transformaban en otra cosa que tu ojo no podía reconocer como tal y te la acababas zampando. Dicho sea de paso que no siempre colaba y en ocasiones ardías en deseos de venganza por aquella coliflor que te habían intentado colar en croquetas con bechamel. Te creías un súper detective: aunque a la vista parecía otra cosa, tu sentido del gusto no te engañaba.


Probablemente así se gestaron muchos de los chefs actuales, fueron desarrollando el sentido del gusto, fueron viendo cómo se podía experimentar con la comida y empezaron a jugar con ella. Con el tiempo les vino a la cabeza ese flash de su infancia en la que nada era lo que parecía y se propusieron “jugar” con el comensal, crear una pequeña y efímera ilusión.

Disfrazar la comida, de eso es de lo que se trata y dado que estamos en vísperas de Carnaval, les proponemos rendir homenaje al trampantojo, disfrácese, disfrace la comida y disfrute por un día de aquello que no es, como cuando era niño.


¡Feliz Carnaval! ¡Felices trampantojos!

Falso huevo con patatas paja y jamón: La clara es espuma de bacalao y la yema chistorra.
(Del blog: http://loquecomadonmanuel.com/2013/01/24/mirador-de-ulia-donostia-trampantojos-angeles-y-mucho-arte/)



Falsa mini zanahoria. Calamar (teñido con jugo de zanahoria para que coja el color naranja) relleno de túetano marino (médula del cazón con picadillo de zanahorias)(Trampantojo del restaurante Aponiente de Ángel León: Extraído del blog: http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2012/09/tecnicas-ineditas-para-cocinar-el-pescado.html)


Falsos muffins con base de carne picada y frosting de puré de patatas. En su interior tienen la salsa de manera que al cortarlos se vierte creando el efecto de un coulant.

Puf frito de pato y calabaza disfrazado de calabaza.

domingo, 16 de febrero de 2014

Enfrentamiento cafetero


 A veces las cosas más simples, aquellas que damos por hecho, son las mayores fuentes de controversia. ¿A tí te gusta la tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla?, ¿prefieres el chocolate negro o el blanco?, ¿eres de Pepsi o de Coca-cola?, ¿te gusta más lo dulce o lo salado? sobre gustos no hay nada escrito así que, allá que nos vamos nosotras a escribir sobre ellos inaugurando la sección MELOCOMO-NOMELOCOMO, un espacio donde cada una defenderá con tenedor y cuchillo sus gustos gurmeteros. El primer asalto empieza con el café ¿te lo bebes o no te lo bebes? ¿tú que dices?


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A favor del café mañanero, tardío o cuando se tercie - Silvia
 Café, Oh infusión revitalizante! causa de mis desvelos (literalmente)! amor de mis amores! fiel acompañante del desayuno! tú nunca me defraudas. Humeante y calentito ha sido el compañero fiel de horas de estudio y tardes de cotilleos. Me pirra el plan que incluye una taza de café, una manta, y un buen libro y si además lo acompañamos con un buen bizcocho casero, ¡lo tenemos todo!
El café mañanero me espabila para todo el día, sin él andaría como un zombie por el mundo, con los ojos pegados y arrastrando los pies, probablemente incluso en pantuflas y bata. Su preparación es la excusa perfecta para levantarme un par de minutos antes, sentarme y desayunar debidamente, dedicándole su tiempo a la cafetera y demás escenografía en lugar de andar corriendo por la casa con los pantalones a medio subir y una tostada en la mano.
Y es que, ¿hay algo más estandarizado que el café? la gente queda ‘para hacerse una cerveza o tomar un café’ (aunque luego te pidas un zumo de piña), ¡el café está en nuestro vocabulario! no en vano es la bebida más vendida incluso por delante de la Coca-cola (parece ser que al día se consumen 1.6 billones de coca-colas frente a 1.7 billones de cafés).
Puede que tú prefieras el zumo o el batido de chocolate, pero, ¿tienen ellos una cantata en su honor? pues el café sí, compuesta en 1732 por el gran maestro Juan Sebastián Bach y que puedes escuchar AQUÍ . La pieza relata el enfrentamiento (jejeje, esto viene muy a cuento ahora mismo) entre un padre que le prohíbe tomar café a su hija (en aquella época en Alemania el café no estaba muy bien visto. Ves Sonia, tu postura es la de un alemán de mediados del siglo XVIII :P) y la amenaza con no comprarle ropa, no dejarla salir… si sigue bebiendo café. Pero ella erre que erre, que su café no se lo quiten porque:
"¡Ah, el café!, ¡sabe tan dulce!, es más cautivador que mil besos, más suave que el moscatel. Café, café… es lo único que necesito. Si alguno quiere hacerme feliz que me ofrezca un café".
Así que el padre, ni corto ni perezoso le dice que no la dejará casarse si no deja el café. Sacré Bleu! eso sí que no. La hija transige, pero como es mujer, más lista que el hambre le señala que sólo aceptará por marido a uno que le deje tomar café. Café 1 alternativas 0 ;)

En contra de los cafeinómanos- Sonia
Sísoydelaspersonasqueestánencontradelcafénopuedotomarloyaqueunodelosefectosqueme
causaeselqueelcerebromevayaamilporhorasinpretenderloyelcorazónmásdelomismolatelate
confuerzaydemibocasolosaleunaretahíladepalabrassinpausanicontrol.
Pues sí, así es como me sienta el café, me pone irremediablemente nerviosa, escucho a mi corazón latir y mi cabeza no puede pensar claramente. Además, no es que esté solamente en contra del café porque me siente como un tiro, sino que no soporto su sabor ni su olor. Lo siento mucho, pero besar a un tipo que sabe a café con leche me produce unas arcadas impresionantes y me recuerda un poco al olor de mi abuelo; perdónenme ustedes, pero el aroma del café en la boca huele a armario “cerrao”, a viejuno.
Representación pictórica del héroe ACAFÉ
Y sí, creo firmemente que las personas que no bebemos café pertenecemos a una raza superior. La mayoría de la gente necesita ese líquido oscuro por la mañana para ser persona y cual yonqui hasta que no se lo ha metido no parece ser capaz de dar dos pasos. Sí, estoy en otro nivel: yo me levanto aunque me haya acostado a las 4 de la mañana y aguanto estoicamente todo el día sin necesidad de recurrir a la cafeína ni a ningún otro estimulante, ni siquiera a una siestecilla. Eso es digno de unos superhéroes, unos superhéroes contemporáneos, modernos, con un nombre sencillo a la par que divertido: los Acafeses.
Sin embargo, seguimos siendo unos incomprendidos y a veces cansa estar justificándose. Te dicen que te invitan a tomar un café a casa de alguien y sientes la necesidad de remarcar que no te gusta el café, por si acaso. Y cuando lo dices todo el mundo te mira extrañado como si de repente te hubieras convertido en un alien, te examinan de arriba a abajo y te preguntan, cuasi te acusan: “¿No te gusta el café? ¿Cómo es eso?” Y replicas: “Nunca me ha gustado, me pone nerviosa”. Y te contestan con los ojos desorbitados: “¿Ni siquiera con leche?” Y coges fuerzas para decir: “No, es que tampoco me gusta la leche” (aunque esta es otra historia). Ahí aprecias que la cabeza de tu interlocutor está a punto de explotar, las conexiones de su cerebro no interactúan correctamente y no llega a entender cómo puede haber un ser viviente al que no le guste el café, y no sólo eso, tampoco con leche. En ese momento piensas por dentro: “no es tan grave, no es como si no me gustara la cerveza”.
 
Cafeinómanos, me dirijo a vosotros, no creo que os haya convencido, tampoco pretendía hacerlo, sólo pido un poco de comprensión hacia la nueva raza de superhéroes: los Acafeses. No pedimos demasiado, sólo que en vuestras casas haya otra alternativa al café, que no nos miréis raro cuando os decimos que no nos gusta y que os admiréis con nuestra capacidad de aguante matutino sin drogas. Sin embargo, si no lo hacéis, entraremos en guerra y acabaremos con las existencias del café en el mundo (pero de buen rollo, ¿eh?).

domingo, 9 de febrero de 2014

Especial San Valentín: Las 20 infidelidades culinarias que no podemos perdonar

Sentimos decepcionarte, esta no es una entrada con una receta en forma de corazón ni con las 1001 recetas afrodisíacas para conquistar a tu amante en San Valentín.
En esta fecha tan señalada parece que todo el mundo arde en deseos de encontrar a su media naranja o, como decía Phoebe en un capítulo de Friends, a su media langosta. Encontrar a tu media langosta puede que no sea tan fácil, pero cuando la encuentras, esperas que no haya nada que rompa esa unión. Pero, ¿puede la comida separar parejas?


  1. ¿Tu pareja se cree Chicote y no para de puntuarte los platos? No tenías tanta tensión desde la Selectividad. (True story)
  2. ¿A él no le gusta la tortilla de patatas con cebolla? ¡¡Crimen!!
  3. ¿Él odia que te comas la pizza fría para desayunar?
  4. ¿Eres una fiel defensora del Colacao y él del Nesquik?
  5. ¿Tu novio te mira raro cuando le dices que tu nueva receta lleva PLANCTON y que quieres ser La nueva chef del mar?
  6. ¿Su mejor plato son espaguetis con tomate de bote?
  7. ¿Estás aterrorizado/a cuando te dice “hoy hago yo la cena”?
  8. ¿Él detesta la pizza con piña y tú te pirras por la hawaiana?
  9. ¿Tu pareja es adoradora de los vegetales y tú no te pierdes la matanza del cerdo de tu pueblo para hacerte un buen bocadillo de chorizo?
  10. ¿Cuándo le dices que “le falta rock and roll al plato” pone a AC/DC?
  11. ¿Tú eres de vinagre de Módena y él de vino blanco de toda la vida?
  12. ¿Estás harto de que compre Nutella? Tú tienes amor eterno a la Nocilla y lo sabe (sino de qué ibais a tener tanto vaso en casa)
  13. ¿Tú le echas allioli a todo lo que comes y tu pareja es alérgico al ajo? (Sí, la última vez acabasteis en urgencias por darle un beso con lengua después de un arroz a banda. O es alérgico o es un vampiro)
  14. ¿Tu pareja es un/a tiquismiquis con la comida en general? Por favor, ¡termina ya esa relación!
  15. ¿Tu novio hace auténticas guarrindongadas y dice que es “comida de vanguardia”?
  16. ¿Tu pareja cree que la cúrcuma es una enfermedad venérea?
  17. ¿En la última boda tu pareja cantó el AOVE* María en vez del AVE María? (*Siglas de Aceite de Oliva Virgen Extra)
  18. ¿Tu marido quiere ir a Masterchef, que tú vayas a Top Chef, que el niño vaya a Masterchef junior y que tu madre vaya a Deja sitio para el postre? ¿Y si no lo consigue amenaza con montar un restaurante y llamar a Chicote para salir en Pesadilla en la cocina? (¡Corre! aunque pensamos que es demasiado tarde)
  19. ¿Obligas a que tu pareja responda a todo lo que dices con “Oído” y “Sí, chef”? (Será cuestión de que empieces a mirártelo)
  20. ¿Tu novio cree que para hacer pan necesita que la “masa madre” la haga su madre?


Tal vez no seas tan pesimista como nosotras, tal vez ya convivas con algunos de estos “problemillas” y tal vez seas de los que piensan que precisamente esa disparidad de opiniones os hacen ser la “pareja perfecta”. Entonces, sin duda, eres un defensor de la “Teoría de las aceitunas”, basada en Marshall y Lily de HIMYM (Cómo conocí a vuestra madre). Esta teoría se basa en la idea de que Marshall odia las olivas y a Lily le encantan (minuto 8:50): el equilibrio perfecto. (en temporadas posteriores se descubren otros datos sobre esta teoría, pero no queremos espoilear).

O a lo mejor eres un alma en pena alegrándote por el sufrimiento parejil ajeno. Si perteneces a este grupo y aún no tienes pareja, ya sabes, dicen que se conquista a un hombre (o mujer) por el estómago. Por lo que, a menos que seas un/a sex bomb en la cama, ¡aprende a cocinar!

Sed felices y comed perdices (o lo que os dé la gana)


domingo, 2 de febrero de 2014

Pesadilla en la cocina

El lunes arrancó la tercera temporada de:
La mecánica del programa, para los que no lo hayan visto, es sencilla:
 1) Restaurante en apuros llama a Chicote para que les ayude a mejorar. Incomprensiblemente no tienen clientes (¿por qué será? no se lo explica naaaaadie) y acumulan deudas (¿y esto en pesetas cuánto es? muchascientas, señora, muchascientas).
2) LLega Chicote y, como mandan los cánones, se sienta a comer. Entonces comienza el fenómeno ‘corrala’ (eso sí que es marca España y lo demás son tonterías). Chicote recurre a los y las camareras para chismorrear contrastar información y se entera de lo que se cuece (literal y metafóricamente) en las cocinas del restaurante.  Este impass de “pues resulta que…”, “Ui!, a tí te dirán misa pero….” nos demuestra que Chichote además de chef es un cotilla consumado.
3) Chicote pide algo de comer e indefectiblemente la comida es una mierda. Materia prima de bajísima calidad, alimentos pasados (no, señor Arias Cañete, no es lo mismo comerse un yogur que caducó ayer que una mahonesa que venció hace mes y medio), presentaciones surrealistas… Vamos la Flipación Gastronómica (FG a partir de ahora) en su estado puro. Chicote se lo pasa pipa desmenuzando y olisqueando con cara de asco Pero no se lo pasa tan bien cuando llega la hora de  probar las “delicatessen” (esperemos que tenga un plus de peligrosidad).
4) Después de haber mal-comido, Chicote irrumpe en la cocina y después de echar una bronca del copón a todos los “profesionales” que siguen defendiendo lo indefendible, los pone en evidencia sacando suciedad (de tantos años que podría hacerse un estudio geológico por capas) y desvalijando las neveras, copadas de alimentos tan pasados que saludan a Chicote y le piden un piti cuando abre la puerta.
5) Chicote hace méritos para ganarse sus alas porque a continuación viene cuando los dueños (que hasta el momento sabemos que son guarros, malgastadores, tiranos con sus empleados (de esto nos enteramos en la fase 2) y un peligro para la salud pública) se ponen en su versión más digna a defender su negocio. Y digo yo, si tan bueno eres y tan bien lo haces todo, ¿Para qué llamas a Chicote? En fin, Chicote no discute, solo les invita a hacer ‘lo que hacen siempre’ mientras él les observa. Esta es la versión chicotera del: “Voy a dejar que te estrelles” de cualquier padre. Obviamente el servicio es de pena, aunque Chicote se enfada un montón (siempre. A este hombre un día le va a dar algo) por dentro seguro que se está partiendo pensando “te lo dije”.
6) Chicote se ata el mandil (fashion de la muerte, diseño de Agatha Ruiz de la Prada) y pone orden en la cocina, limpia el local, alecciona al personal, introduce una receta chicotera estrella y redecora el sitio (que por regla general pasa de cutrísimo absoluto a más moderno que el viento con mostacho). En esta parte también se da un toque sentimental al asunto con unos minutos dedicados a darle unas lecciones de autoayuda y coaching a los dueños de los restaurantes (un guantazo tampoco les vendría mal a algunos, pero eso ya es otra historia).
7) Arranca un nuevo servicio que, aunque tengan algún problemilla (Chicote no es perfecto) en general marcha como la seda y después de montones de besos, arrumacos, alguna que otra lagrimilla y también alguna colleja, el chef se va de allí con la satisfacción del trabajo bien hecho.



Esperamos con ansia un capítulo en el que Chicote vuelva a los restaurantes para ver ‘cómo van las cosas’. Quizá es que no tenemos mucha confianza en el género humano, pero a nosotras esto de que en tres días la gente cambie… puedes cambiar la carta y el color de las paredes pero la cabra tira al monte, la suciedad vuelve a acumularse y apostamos a que la mayoría de los restaurantes quiebran, antes o después, como estaba previsto. Pero mientras tanto, nosotras seguimos abonadas los lunes a Chicote :)